Lecturas sobre Cataluña (I): “Escucha Cataluña. Escucha España”, por José Ruiz Vicioso
“Escucha Cataluña. Escucha España. Cuatro voces a favor del entendimiento y contra la secesión” (Ed. Península) es un libro colectivo que surge ante la urgencia de recomponer el gravísimo deterioro de la convivencia provocado por el independentismo catalán en los últimos años. Cuatro figuras principales de la vida pública catalana y española -Josep Borrell, Francesc de Carreras, Juan-José López Burniol y Josep Piqué- reflexionan sobre la evolución histórica del catalanismo y la deriva radical que ha llevado al país a la más grave crisis político-constitucional del régimen democrático de 1978.
Aunque la obra fue publicada en septiembre -con textos escritos, presumimos, antes del verano- los bochornosos acontecimientos posteriores (sesiones parlamentarias del 6-7 sept., 1-O, declaración de independencia en el Parlament – y huída a Bruselas) no han hecho sino añadir interés a las reflexiones bien informadas que analizan cómo y por qué se ha llegado a esto y cuáles son las posibles salidas para restituir poco a poco la fractura que ha partido por la mitad a la sociedad catalana.
Una primera cuestión que llama la atención de este libro es la pluralidad que encierra. Si bien es cierto que se trata de cuatro voces en contra de la secesión de Cataluña, cada autor tiene un punto de vista personal, a veces en abierta contradicción con el resto. Esto pone en evidencia -otra vez- una característica fundamental de la sociedad catalana, su acentuado pluralismo interno. Si el campo, digamos, “unionista” o “constitucionalista” admite esa pluralidad de voces, cómo no será de plural el conjunto de los catalanes. Algo con lo que el secesionismo ha tratado -y sigue tratando- de acabar, basándose en esa visión etnicista del pueblo homogéneo tan propia de los populismos. Democracia y pluralismo son valores intrínsecamente unidos, por más que las recalentadas mentes del establishment secesionista se empeñen en imponer frente a la realidad una comunidad imaginada.
El capítulo de Josep Borrell, convertido en uno de los protagonistas indiscutibles de las históricas manifestaciones de Barcelona el 8 y el 28 de octubre, resulta muy clarificador desmontando todo el argumentario económico del España ens roba, las falacias sobre las balanzas fiscales alemanas y el mito de una utópica Cataluña independiente asimilada a los países nórdicos. La lamentable fuga de empresas que se ha producido desde la pseudo-consulta del 1-O pone en evidencia otro de los peligros asociados al relato populista, que consiste en poner la emoción por encima de la razón, o en términos discursivos, el creer argumentos sustentados en posverdades, cuando no en evidentes mentiras (el lacrimógeno vídeo difundido por las autoridades catalanas hace unas semanas llega a causar vergüenza ajena).
Francesc de Carreras, por su parte, hace un magnífico recorrido desde el catalanismo histórico (en sus distintas vertientes) hasta el independentismo exacerbado de nuestros días. Especialmente interesante resulta el análisis que hace del pujolismo (1980-2003) como proceso de construcción nacional y del despropósito que fue el proceso de aprobación del nuevo Estatuto de autonomía (2010), impulsado por Zapatero. La dinámica que ha vivido la sociedad catalana durante la etapa democrática ha sido la del fenómeno de “la espiral del silencio”. La división entre buenos (nacionalistas) y malos (no nacionalistas) catalanes ha pretendido reducir y aislar a todos aquellos que no asumen el credo oficial, y como “la mayoría, naturalmente, está compuesta por quienes hablan, no por quienes callan” el espacio público ha sido copado por una visión única y sesgada que excluye -socialmente- a los que no se conforman a ella.
Juan-José López Burniol representa el punto de vista del catalanismo no independentista. Para este autor, la necesidad de un entendimiento entre Cataluña y el resto de España resulta una especie de fatalidad impuesta por la realidad de las cosas, algo que tenemos que resolver porque es indiscutible que Cataluña “está integrada, histórica, política y jurídicamente en el Estado español”, pero no porque exista un proyecto colectivo de vida en común, o una verdadera nación española. De hecho, este autor asume el argumentario clásico del nacionalismo que ve a Madrid como “núcleo de poder político-financiero-funcionarial-mediático consolidado a través de los siglos” que no asume la distribución de poder con las “naciones culturales” que forman el Estado. Cataluña es una “nación”, o una “comunidad nacional”, o una “incontrovertible realidad nacional”, titular de unos “derechos históricos” que son “los cimientos que sostienen la personalidad diferenciada de la comunidad nacional catalana”. Sin negar la personalidad política de Cataluña, resulta inevitable pensar que esta escolástica de las identidades con la que juega el discurso nacionalista -plurinacionalidad, nación de naciones, etc.- causará el asombro, cuando no el sonrojo, de los hombres que nos miren desde el futuro. Aunque teóricamente sea tan dudoso, este capítulo es, en todo caso, importante para tener en cuenta la visión del nacionalismo no secesionista o cuanto menos, pragmático, al que hay que tratar de entender y con el que hay que contar porque supone una de las posiciones políticas presentes de la sociedad catalana.
Por último, Josep Piqué, que también hace un recorrido histórico analizando las cosas que se han hecho bien y mal tanto por los gobiernos autonómicos de Cataluña como por los gobiernos centrales, cierra el libro con un llamamiento a la política con mayúsculas. La política, en el sentido más noble del término, se basa en la discusión y en la defensa de las convicciones debidamente confrontadas en el marco de las instituciones. La política debe entenderse como “pedagogía”, como “batalla en el terreno de las ideas” en la que tenemos que intentar persuadir al otro con buenas razones. Existe margen para recuperar el terreno perdido -haciendo ver que, en España, Cataluña es más próspera, tiene mayor bienestar, está más abierta a Europa y al mundo- pero para ello hay que hacer eso, política, algo que en los últimos años se ha dejado casi exclusivamente en manos de los independentistas. Esperemos que los partidos tomen buena nota, antes y después del 21-D.
Es precisamente la confrontación de puntos de vista lo que constituye el valor principal de este libro. No es posible, evidentemente, estar de acuerdo con todos los autores por igual, pero en definitiva se trata de una aportación sustancial -si bien urgente- a la conversación nacional que España debe afrontar de una forma menos emocional y más razonable. Una conversación que debe plantearse, a diferencia de lo que han hecho los nacionalistas-independentistas hasta ahora, en términos incluyentes y de auténtica convivencia.
José Ruiz Vicioso
EQUIPO DE FLORIDABLANCA